PROMOCION DE LA SALUD Y BIENESTAR EMOCIONAL EN LOS ADOLESCENTES 




El origen de los trastornos de ansiedad puede ser diverso; no hay una única causa, sino que es una mezcla de factores, de variables, de circunstanciasPara Barlow (2002), la génesis de los trastornos de ansiedad requiere tener en cuenta tres tipos de vulnerabilidades: la vulnerabilidad biológica, la vulnerabilidad psicológica generalizada y la vulnerabilidad biológica específica.
La vulnerabilidad biológica hace referencia a una hipersensibilidad neurobiológica al estrés genéticamente determinada e incluye rasgos temperamentales que tienen un fuerte componente genético, entre los
que se encuentran el neuroticismo, la introversión, la afectividad negativa(tendencia estable y heredable a experimentar una amplia gama de sentimientos negativos) y la inhibición conductual ante lo desconocido.
Aunque esta vulnerabilidad es importante, el desarrollo de un trastorno de ansiedad requiere además de la existencia de una vulnerabilidad psicológica, distinguiéndose en este caso, la de tipo generalizado y la de tipo específico. La primera, la vulnerabilidad psicológica generalizada, siguiendo a Badós (2017) puede definirse como la percepción, basada en experiencias tempranas, de que las situaciones estresantes y/o las reacciones a las mismas son impredecibles y/o incontrolables. Entre las experiencias que contribuyen a esa percepción se encuentran el estilo educativo sobreprotector y falto de cariño por parte de los padres, los vínculos inseguros de apego entre el niño y sus cuidadores y la ocurrencia de eventos estresantes o traumáticos. En cuanto a la vulnerabilidad psicológica específica hace referencia a la ocurrencia de ciertas experiencias de aprendizaje (ya sea de manera directa o indirecta) que provoca o contribuye a que la ansiedad facilitada por la vulnerabilidad biológica y psicológica generalizada se focalice sobre determinadas situaciones, eventos o circunstancias, que pasan a ser consideradas como amenazantes y peligrosas.
 

Para cada caso, es fundamental y necesario realizar una completa evaluación para poder identificar esos elementos que han podido hacer a una persona más vulnerable en el desarrollo de un trastorno, y está bien,
centrarse en la historia pasada de esa persona, para poder entender más el proceso seguido, pero es sobre todo esencial, detenerse en los elementos más actuales que forman parte de ese proceso y que son los que están manteniendo el trastorno en la actualidad. Así, por ejemplo, factores esenciales en los tres casos descritos en este trabajo son: las expectativas de peligro, de incontrolabilidad que se manifiestan con errores o sesgos cognitivos, en el sentido de que sobreestiman la amenaza y la peligrosidad de la misma, al mismo tiempo que, subestiman sus propios recursos; puesta en práctica de conductas de evitación, escape, así como de protección o defensivas que lejos de ayudar en su problema lo que hacen es alimentar más esas expectativas de peligro y esa percepción de nulo o poco control sobre las mismas. Sobre esos elementos, junto con otros, identificados a través de una completa y adecuada evaluación, se establecerá el plan de intervención a aplicar sobre las personas que sufren este tipo de trastornos.
 

En el caso de menores, también tienen un papel importante, las personas que forman parte de su contexto más cercano, en este caso sus padres yotros familiares, dado que además de haber podido contribuir al desarrollo del trastorno, también pueden estar contribuyendo a su mantenimiento, por lo que, la intervención tendrá también que dirigirse en parte a ellos.
 

En relación a esto, y ante la pregunta de cómo pueden contribuir los padres en el desarrollo y manteniendo de los trastornos de ansiedad en sus hijos, se puede decir que las vías de influencia pueden ser diversas: a
REVISTA DE ESTUDIOS DE JUVENTUD ≥ Septiembre 18 | nº 12118 través del modelado de conductas de miedo y de evitación; al fomentar o reforzar las respuestas de evitación mostradas por sus hijos; al reforzar quizás, inadvertidamente, las conductas de miedo a través de la atencióny el refuerzo social; a través de una excesiva sobreprotección, al intentar controlar la conducta de sus hijos limitando así el rango de conductas que el menor puede aprender y exhibir, así como la puesta en práctica de habilidades para hacer frente al ambiente que le rodea de manera independiente y autónoma. Esto a su vez, influye en la percepción que tiene el niño/a sobre el grado de amenaza de los eventos y en su propia autoeficacia, lo que a su vez, puede inhibir el desarrollo de estrategias de afrontamiento. En muchas ocasiones, esas actitudes y conductas de los padres representan tentativas bien intencionadas en su intento de manejar la ansiedad que muestran sus hijos y en poder prestarles ayuda en el malestar o dificultades que manifiestan (Hirshfeld-Becker y Biederman, 2002; citado en Espinosa-Fernández, 2009).
 

También se señala, como factor de riesgo, la presencia de psicopatología y específicamente algún trastorno de ansiedad en los propios padres. Ello va a influir tanto en el comportamiento y la relación que establecen con sus hijos, como en el tipo de información que transmiten. Así, en padres con trastornos de ansiedad hay una tendencia a describir los problemas como irresolubles o peligrosos, lo que fomenta en sus hijos una visión negativa, amenazante de los mismos. Esto, junto al modelado de conductas ansiosas,
pueden promover en el menor la formación de creencias de que no existe una manera efectiva de enfrentarse a los problemas y que no hay posibilidad de desarrollar estrategias que puedan reducir la ansiedad.

Sería necesario aumentar la información sobre esta problemática en los padres y profesionales de la educación y salud primaria, pero también entre los propios adolescentes. En este sentido, la falta de alfabetización emocional de los adolescentes les lleva a percibir la presencia de problemas de ansiedad como algo que debe ser ocultado para evitar el estigma (“van a pensar que soy débil, que no valgo ni para controlarme a mí mismo”). Como consecuencia, muchos menores con problemas de ansiedad sufren
no sólo por los síntomas y la discapacidad provocada por estos problemas, sino también por los estereotipos y prejuicios relacionados con la presencia de un problema de ansiedad, así como por la aceptación de ese estereotipo como la verdad absoluta. Los adolescentes son una de las poblaciones con
un mayor riesgo de estigma y a su vez, son un grupo de edad en el que sentirse diferente cobra una importancia crucial en el desarrollo del bienestar emocional. Se puede decir que el estigma y la discriminación asociada son otros de los factores relacionados con la no búsqueda de tratamiento entre adolescentes con problemas de salud mental, lo que supone que una buena parte los adolescentes pueden verse privados de las oportunidades educativas, sociales, familiares, laborales y económicas que otras personas sin ningún problema mental tendría.
Por tanto, se puede decir que el estigma y la discriminación (que lo que refleja es una falta de información sobre lo que son los trastornos mentales y/o alteraciones emocionales), junto con la incomprensión de padres y de algunos profesionales de la educación o de salud primaria son la principal barrera que los adolescentes con ansiedad se encuentran para su recuperación, bienestar y, en definitiva, para alcanzar una vida plena y normalizada.
En consecuencia, se considera necesario, aumentar la información sobre lo que supone la salud mental y emocional entre los niños y jóvenes,padres, familias e incluso entre los profesionales del ámbito educativo y ámbito sanitario. A este respecto, especialmente destinado a los padres y cuidadores, con el objetivo de proporcionar información útil sobre problemas de salud mental en los niños y adolescentes, incluyendo las opciones de tratamiento basadas en la evidencia.

 Así mismo y junto a lo anterior es necesario el diseño e implementación de protocolos de detección temprana e interdisciplinares que permitan que los menores de edad puedan ser identificados tempranamente de modo que se puedan beneficiar de una intervención basada en la evidencia.
Es tarea de los adultos, padres, el sector educativo y sanitario el ayudar a la detección y la intervención sobre estos problemas. Para ello, los profesionales de la salud mental pueden ayudar con programas de
sensibilización y alfabetización emocional dirigidos a la población que rodea a los menores. Sin duda, la labor de profesionales de otras disciplinas también puede contribuir a la detección de estos problemas. Tecnologías de la información y comunicación, la epigenética, el análisis de la microbiota y del lenguaje de los niños y adolescentes, la salud pública, lospatrones de hábitos saludables, etc.).
Hay mucho hecho, mucho camino recorrido en la comprensión de los trastornos mentales, y en concreto los relacionados con la ansiedad; sobre cómo definirlos, cómo entenderlos, como identificarlos, cómo detectarlos, cómo evaluarlos, cómo intervenir sobre ellos, como prevenirlos (un ejemplo, lo tenemos en los diferentes artículos que aparecen en este monográfico).
Y esto no para, es un avance continuo el que realiza la psicología como disciplina científica en el intento de aumentar nuestro conocimiento, mejorar los recursos disponibles, dar respuesta a aquellos casos y situaciones donde no se llega adecuadamente. Pero lo que tenemos en la actualidad, es ya tan importante, son tanto los datos y recursos disponibles que entre todos hay que hacer un esfuerzo para que todo ese conocimiento y recursos pueda ser utilizado, pueda llegar al mayor número de personas posibles y consigamos así, promocionar la salud mental y emocional de los niños y jóvenes, prevenir la aparición de trastornos mentales e intervenir con las mayores garantías posibles en aquellos casos en los que ya es necesario.

Fuente: Espinosa Fernández L. et. al (2019). "Promoción de la salud y bienestar emocional en los adolescente". Cap. 1. Revistas de estudios de juventud 121.RECUPERADO DE: https://www.injuve.es/sites/default/files/adjuntos/2019/06/1._una_mirada_hacia_los_jovenes_con_trastornos_de_ansiedad.pdf

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